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Foto del escritorDescabellos

El morantismo de Morante

Cuando en publicaciones pasadas hablamos de la corrida goyesca de Morante en Ronda, habíamos definido su toreo como Barroco, obedeciendo a los principios de sobrecargar con estética todo el conjunto "La tauromaquia de Morante de la Puebla es barroca en tal rigor, pues mirarlo torear es atender a una sobrecarga estética que grita reclamando que se le mire: su sitio, su ligereza de muletazo, su verónica perfecta, su cargazón de la suerte con la pierna adelantada, su barbilla hundida, sus riñones metidos, el juego de muñecas, su estampa de torero decimonónico, sus lances y pases añejos: todos son pequeños detalles, y sin embargo, presentes en un mismo conjunto: el toreo de Morante, por ello barroco." 


A tal acertada percepción sobre su tauromaquia, habría que añadir el aire de personalidad que le imprime a todo lo que hace, transido de una suerte de bohemia, y de chispazos de genialidad no concertados, que se hacen esperar, cosa toda esta que en otras épocas se llamaba 'estilo', y caracterizaba como dos panes diferentes a cada torero. El más morantista, por lo anterior, no puede ser sino Morante, por cuanto completa aquella máxima de Belmonte: "Lo que torea es la personalidad". No voy a entrar a excesos poéticos sobre relojes rotos, arte llovido del cielo o gracias de genio gitano, simplemente quiero dejar de manifiesto el toreo de capa y muleta de quien es el torero artista más grande del siglo XXI, sin sucesor a la vista, repleto de vicios a veces que siguen de largo, pero que como el buen cine, no deja a nadie indiferente.

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