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Foto del escritorRicardo López Solano

Firma presidencial que prohíbe las corridas de toros en Colombia: vergüenza descomunal

Lo de la firma de la ley que prohíbe las corridas de toros en Colombia, terminó siendo, no solo una vergüenza descomunal, sino una farsa total.


En resumidas cuentas, esa son las barras que llenan el Congreso. Pero como se pudo apreciar en las tomas panorámicas de la plaza de toros Santamaría, tales barras en la práctica resultan ser unas minorías, ya que no fueron capaces de medio llenar el redondel, y ni siquiera un dieciseisavo de la primera fila de los tendidos.

 

Lo que a las claras quiere decir, que los prohibicionistas resultaron ser unos pocos exhibicionistas. Muy al contrario de los aficionados a las corridas de toros, que en la mayoría de las veces llenan las plazas de nuestro país.

 

Y eso que con antelación el presidente de la República, Gustavo Petro, por todos los medios disponibles le dio publicidad a este “grandioso” evento. Pero que chasco se llevó al entrar a la plaza de toros y encontrarla prácticamente vacía. Es para no creer.

 

¡Que vaina! Qué pasaría por la mente de nuestro mandatario al percatarse que lo que más ocupó espacio fue la tarima, con la que esperaba, con los músicos incluidos, es lo más seguro, utilizar como gancho para atraer las multitudes, de los supuestos seguidores del prohibicionismo en marcha.

 

 ¡Uff carajo! Que decepción tan grande para nuestro presidente  prohibicionista, que de seguro esperaba encontrar, pegado a la entrada de la plaza, el dichoso cartel de “No hay billetes”, y como por lo general ocurre en las corridas de toros, los tendidos llenos hasta la bandera… ¡Qué decepción!

 

¡Trágame tierra! ¿Dónde me escondo? Y pensar que todos los medios que se han rendido a los prohibicionistas, y que, como tal, nos han cerrado todas sus puertas con candado, cadenas, trancas, cerrojos, bisagras y soldadura, lo que hicieron para tapar tamaño despropósito, fue la de tomar las fotografías y las tomas para los periódicos y la televisión, desde ángulos específicos, amontonando a los escasos y escuálidos asistentes, con el fin de dar la impresión de un lleno total. Vaya desfachatez de estos medios que en los últimos años los han engañado con falsas ilusiones, y que en el día de la firma de la “definitiva” sanción presidencial, que de un solo tajo manda a la ruina material y moral a muchas familias, que directa e indirectamente viven y sueñan con el toro de lidia.

 

“Que falta de sentimiento y de humanidad de un mandatario progresista, que, con bombos y platillos, durante su campaña presidencial, pregonó a los cuatro vientos, el incremento sustancial de puestos de trabajo y el bienestar anímico y económico de sus coterráneos ¡Qué barbaridad!

 

Pobrecitos los medios de difusión que, cegados por la ventolera del prohibicionismo, no fueron capaces de mostrar la realidad de los hechos, frente a una desteñida firma presidencial, que ha pisoteado los intereses, los empleos y el gusto de los que, con vos altisonante, califican como una despreciable y criminal minoría.

 

Una ley plagada de irregularidades, entre otras, que no fue aprobada en la comisión de la Cámara que le correspondía, sino en la que les apoyaba sus mezquinos intereses. Así como, para cumplir con el “expediente”, no fueron a reunirse con las poblaciones donde se encuentran la mayoría de los afectados. Lo que hicieron, en su defecto, fue organizar una reunión virtual, cuando gran parte de los futuros damnificados no cuentan con conexión de Internet, así como tampoco son beneficiarios de los avances tecnológicos, con los que los prohibicionistas son unos duchos.

 

Lo único que les interesa es mostrar resultados, así estos terminen siendo efímeros. Pero lo más importante para ellos, así terminen haciendo el ridículo, es gritar a todo pulmón, que se acabaron los ¡olés! en todas las plazas de toros de Colombia. Esto es como para no creer.

 

Pero ahí no para la cosa. Con esta firma están enviando al matadero, y sin remordimiento alguno de su parte, a unos animales que tanto se ufanan de defender, los que, un poco más o un poco menos, suman, la nada despreciable cifra de trece mil reses bravas, las que el premio Nobel de Literatura, Ernest Hemingway, calificó, como, “el animal más hermoso tanto en movimiento como en reposo”.

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Todo un contrasentido, ya que la “tortura” de la que tanto se ufanan estos prohibicionistas, la van a aplicar de un solo tajo, en los mataderos de Colombia, a los que estos grandilocuentes de la “no tortura” les tiene sin cuidado, los métodos que, en estos lugares, emplean en el sacrificio de las reses, las que después en postas, o en otro tipo de preparación, degustan en las mesas de sus casas o en sus restaurantes favoritos. Para ellos, los “enfermos” de la “no tortura”, no se les ha pasado por la mente, el terror psicológico que, en fila india, les embarga a las reses, mientras esperan su turno, al tiempo que escuchan, temblando de pies a cabeza, el bramar de sus pares que llenas de terror e inmóviles, son sacrificadas a cuchillo limpio o por otros métodos nada piadosos ¡Vaya! ¡Vaya!

 

Por su parte, estos medios de comunicación no fueron capaces de mostrar en sus tomas e imágenes, lo desocupada que se encontraba la plaza de toros, en la que la arena no registró ni siquiera medio lleno, y en la que, en la primera fila de los tendidos, la ocupación ni siquiera llegó a un dieciseisavo de la capacidad de esa fila. En otras palabras, la plaza de toros Santamaría, la catedral de la tauromaquia de Colombia, se encontraba íngrima. Una decepción total de los organizadores de este evento, y de las esperanzas de, este gobierno prohibicionista, que esperaba “lanzar las campanas al vuelo”. Es para llorar a lagrima tendida.

 

 

Sin embargo, estos enemigos profesionales de las corridas de toros salieron de este raquítico evento envalentonados. Sus lideres, quieren de una, continuar con las prohibiciones. Entre cejas, como prioridad, ya tienen en la mira a las corralejas, a las que le seguirán las peleas de gallos, y después el coleo. Pero dentro de este prohibicionismo desbocado, también entraran las cabalgatas, y entre ellas los carruajes tirados por caballos del centro amurallado de la capital de Bolívar, los que quieren cambiar por coches eléctricos ¡Qué despropósito señores! Van a dejar en la ruina a unas sesenta familias cuyo sustento que, desde hace varias generaciones, parte de este honrado oficio.

 

Pero ¿cuántos empleos en total se perderían en nuestro país, cuando estos seres desalmados prohíban estos entretenimientos, que les brinda su diario vivir? Por supuesto, esto les importará un bledo. Para ellos el bienestar de los animales está por encima del bienestar de los humanos. Ahora me pregunto, ¿quién se atrevería a coger este trompo con la uña?

 

Imagínense el desempleo que se generará en nuestro país, donde la escasez de puestos de trabajo, brillan por su ausencia. Además de las corridas de toros que se celebran en Colombia, ¿cuantas corralejas al año se dan en la costa atlántica y en algunos departamentos del interior del país?, y, sumado a lo anterior, ¿Cuántas ganaderías y toros de corralejas contamos hoy en día? ¿Cuántos empleos directos e indirectos genera este oficio? Así las cosas, agreguemos los empleos que aportan los galleros, el coleo, las cabalgatas, los coches de caballos del corralito de piedra. Si esto sigue así, y La Corte no frena con tiempo esta locura, nuestro país irremediablemente se irá a la ruina, y ningún dinero del mundo alcanzará para compensar el daño que le generará a nuestra escuálida economía, amén de las descomunales demandas que se están cocinando en el camino ¡Que ilusos!

 

Bueno la esperanza de empleo que este disparate generará a futuro inmediato, cuenta con varias posibilidades de sustitución, todas ellas ilegales. Pero, eso sí, esperanza es esperanza: una de ellas, el narcotráfico, dos, los movimientos armados, tres, la delincuencia común. Y tal como lo dice el refrán popular, ¡el remedio resulta siendo peor que la enfermedad!

 

Señores taurinos, amantes de las corralejas, galleros, coleo, cocheros del centro amurallado de Cartagena y caballistas, como mayorías que somos, nos encontramos en el mejor momento para cerrarles el paso a este grupo minoritario de prohibicionistas, a los que les interesa un rábano los empleos, los gustos que no sean sus gustos, al igual que la ruina moral y económica de nuestros conciudadanos. Como así, que a nuestros aspirantes a toreros les toque emigrar a otros países para cumplir con sus sueños, cuando en nuestro terruño contamos con todos los elementos básicos para su formación profesional. El proceder de estos prohibicionistas es inaudito. Y solo porque unos cuantos pelagatos sentimentaloides y sin argumentos racionales, les hemos permitido que se crucen sin consideración en nuestro camino, para que sean ellos y solo ellos, los que determinen nuestros gustos y aficiones. ¡No señores! ¡Ya no más!

 

Así que amigos de La Corte Suprema de Justicia, ustedes, de momento, en este punto crucial por la que atraviesa nuestra patria, son la única esperanza que nos queda para parar el orden a este desmadre. Por favor, paren de una vez por todas esta locura … antes de que sea demasiado tarde…No más complacencia ante unos prohibicionistas sin visión de futuro, y quienes de momento no tienen claro de donde van a sacar el dinero que se requerirá para compensar los estragos que van a causar con su irracional proceder. Repito, ¡basta ya! ¡Y a la carga, que somos mayoría! ... ¡Ni un paso atrás! ¡y con la frente en alto! ¡El futuro de las corridas de toros, y de otros espectáculos conexos, reposan en nuestras manos, y solo en ellas!

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