Manuel Escribano: La temporada de la epopeya
Manuel Escribano, nacido en Gerena (Sevilla), hace cuarenta años y cumpliendo en este 2024 sus veinte años de alternativa, es un torero de verdad; un profesional íntegro, de entrega absoluta, de grandes sacrificios y resiliencia durante su trayectoria como matador de toros; gran persona, siempre afable, optimista y humilde. Lo que dice muchísimo de su enorme capacidad frente al toro, su gran poderío en todos los tercios de la lidia y su innegable fortaleza física y mental para superar circunstancias adversas que para el común de los mortales resultarían casi imposibles.
El sistema administrativo de la tauromaquia empresarial, quizás, ha sido poco retributivo con la enorme capacidad que el sevillano tiene para convocar y adornar carteles; porque anunciarse en una plaza es garantía de emociones e inspiración, degustando la portagayola, el tercio de banderillas, la poderosa muleta de la mano izquierda y el cañón de su estocada. Es un torero de sorpresas; de largo aliento, pasmos, sustos, sitio, torería, pañuelos y aplausos.
En esta temporada española – francesa 2024 ha reverdecido los olivos y cada vez, su tauromaquia se admira, se distingue y se prefiere, aunque su enorme valor y su inmensa verdad, son categorías fuera de serie para Escribano.
En plena feria de abril de Sevilla, el sábado 13 de abril, en un cartel rotundo alternando con Roca Rey y Borja Jiménez, esperó al primer toro de la tarde del hierro de Victorino Martin en la puerta de toriles, y luego de que el astado saliera desentendido y cruzado, igual lo esperó y le pegó una larga cambiada de rodillas y tres lances muy profundos y ajustados ante un toro muy bravo y entero, que acometía con violencia y repetición. Al cuarto lance, el toro se le fue por dentro por el pitón derecho y lo prendió en una voltereta muy fuerte. Luego, en la arena, de nuevo el toro acometió con saña y le pegó un derrote que le provocó una cornada de 10 centímetros en el tercio inferior del muslo derecho, además de contusión costal. A pesar de no ser diagnosticada como grave, todos pensamos que era improbable que pudiera salir de nuevo a matar a su segundo toro, debido a la tremenda paliza y a la herida de consideración.
Escribano le pide a los médicos que no lo duerman y que solo le administren anestesia local, lo que a regañadientes consienten los Galenos.
Salió a matar a su segundo toro, el sexto de la tarde; le esperó de nuevo en la puerta de toriles, puso banderillas, se jugó la vida en la muleta con ese astado de Victorino, con muchas “teclas”, que cerraba plaza y mató de manera contundente; le cortó las orejas. ¡Apoteosis!
El pasado domingo 25 de agosto en la pintoresca y centenaria plaza de Tarifa, provincia de Cádiz, Manuel Escribano celebra sus efemérides de alternativa con una encerrona y astados de diferentes ganaderías. El resultado: 11 (once) orejas y un rabo.
Y no fue un exceso de generosidad del Usía para con el matador; no, esos trofeos fueron ganados a ley haciendo eco a una corrida que embistió, que fue brava, que se movió y que toda dio una pelea más que ejemplar en el caballo. En todos los seis toros Escribano puso las banderillas, alargó con justicia la faena de muleta y estoqueó de maravillas; en fin, una tarde de triunfo inolvidable y merecida puerta grande para el torero de Gerena.
Particularmente, el toro de Fuente Ymbro, el de Núñez del Cuvillo y el de García Gavira, eran de plaza de primera. ¡Enhorabuena para los ganaderos!
Finalmente, los aficionados queremos creer que luego de esta epopeya, haya una mayor recompensa y un mayor reconocimiento entre los empresarios de las grandes ferias en Europa y América, para Manuel Escribano. Eso no tendría discusión.
*Economista y Abogado.
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